Cuando hablamos de espiritualidad muy a menudo la idea que viene a nuestras mentes es la de personas con una habilidad extraordinaria de meditación. Es posible que lo asociemos con la práctica acética de religiones orientales en las que algunos pueden entrar en transes meditativos de semanas completas. Por otro lado, y puede ser por una influencia más occidental, la imagen que viene a nuestra mente pueda ser la de una persona que hace buenas obras, que ayuda a los huérfanos y a los pobres.
Sin embargo, la espiritualidad cristiana está definida por otros parámetros. En primer lugar tiene que ver con la adoración a Dios y es modelada por Su Palabra. No es una experiencia mística ni tampoco un cúmulo de obras y abnegación y aunque la verdad espiritualidad podría implicar estas cosas, cuando pensamos en la espiritualidad bíblica hay unos elementos concretos que debemos considerar.
La adoración a Dios e indudablemente la Palabra de Dios. La espiritualidad cristiana es modelada por la Palabra de Dios.
En este libro de Nehemías ya hemos visto algunos aspectos relacionados con la restauración de Israel como el pueblo de Dios después de la deportación. Vimos como Nehemías restauró la ciudad y la semana pasada vimos como la Biblia fue puesta de nuevo en las manos del pueblo lo que en efecto estaba trayendo algunos resultados importantes. Las personas estaban conmovidas y tenían disposición de obedecerla. Pero hay algo más que seguimos viendo en esta reforma y es la forma en la que el pueblo vuelve a recobrar la espiritualidad perdida por medio de la restauración de la adoración.
Vamos a ver en este capítulo 9 tres aspectos de esta restauración espiritual de Israel:
- Contrición y deseo por Dios (1-4)
- Meditación de la Palabra de Dios (5-37)
- Resolución de obedecer a Dios (38)