¿Alguna vez has experimentado la extraña sensación de escuchar la Palabra de Dios con mucha disposición y gozo, ya se predicada o leída, y horas o minutos más te ves desafiado por la realidad que ni siquiera puedes recordarla para ponerla por obra? ¿Alguna vez has tenido el deseo de leer la Biblia y luego de abrirla estás dormido a los pocos minutos mientras en la noche puedes ver toda una serie de TV completa hasta la madrugada?
Bienvenido al camino del evangelio. Una lucha diaria y permanente entre dos fuerzas: una que nos impulsa a la carne y hacer lo que solo nos satisface individualmente, y otra que nos impulsa hacia arriba, hacia lo que es conforme a la voluntad de Dios.
Fácilmente, podíamos decir que, si alguien no experimenta este tipo de tensión, o es un ángel o no es un creyente. O vive plenamente en el Espíritu o está completamente gobernado por su carne. La realidad de la vida libre del cristiano no es que ahora no es tentado en lo absoluto, sino que es conducido a un campo de batalla en el que los vestigios de su vieja naturaleza lo seducen lejos del Señor mientras que el Espíritu lo llama con lazos de amor a Cristo.
Pablo está dando algunas exhortaciones a los hermanos de Galacia acerca de cómo deben vivir ahora que han sido libres por creer en Cristo. Primero los exhortó a no volver atrás, luego los animó a confiar que la Palabra de Dios daría su fruto y que los falsos maestros que los perturbaban recibirían su castigo, y después de eso los exhorta a que no usen su libertad como una excusa para el libertinaje o para la carne y la razón es que ellos deben cumplir la ley verdadera, la cual es amar y servir al prójimo y esto es sinónimo de la vida en el Espíritu, una que se opone a la carne.
Pues bien, el pasaje que veremos hoy es la ampliación de lo que venimos viendo en los versículos anteriores. Los creyentes libres no deben andar en la carne, sino en el Espíritu, pero eso no es “inflar y hacer botellas”, la realidad, y eso es lo que Pablo aborda en esta sección, es que la vida en el Espíritu es una lucha, no es algo a lo que se llegue por inercia, sino que es algo en lo que hay que perseverar todos los días. Más adelante el Apóstol hará referencia a las prácticas que caracterizan la vida en el Espíritu en contraste con las que caracterizan la vida en la carne.
Así qué, este es el argumento de Pablo y el que planeamos desarrollar en el sermón de hoy: Los creyentes que son libres por la fe en Cristo Jesús, no deben andar en la carne, sino en el Espíritu, consientes al mismo tiempo de que esta es una lucha, pero que al final es de lo que se trata el camino de la fe.
Veremos esto siguiendo los siguientes puntos:
- El mandato: anda en el Espíritu, no en la carne (16)
- La advertencia: la carne y el Espíritu se oponen (17)
- La meta: ser guiados por el Espíritu (18)