Las moscas muertas hacen que el ungüento del perfumista dé mal olor; un poco de insensatez pesa más que la sabiduría y el honor. (Ecl 10:1)
Estas palabras fueron pronunciadas por uno de los reyes más esplenderosos en toda la historia de la humanidad, el Rey Salomón. Y describe lo que fue parte de la historia de su propia vida, la cuál comenzó llena de gloria y culminó de manera lamentable.
¿Cómo es que algo tan precioso puede ser arruinado por cosas consideradas insignificantes? ¿Cómo es que un hombre o una nación entera puede pasar de la gloria a la ruina solo por decisiones ligeras? Estas palabras describen también la tragedia del pueblo de Dios en uno de los periodos más oscuros de su andar; el periodo de los jueces.
Nos vamos a embarcar hoy en uno de los viajes más emocionantes de las Escrituras. Durante las próximas semanas estaremos navegando entre historias lamentables y de gozo, entre risas y llantos, pero sobre todo en un libro que nos mostrará una y otra vez la manera en que el Dios fiel puede obrar en medio de un pueblo rebelde, lo cual es el nombre del que toma su título esta serie de sermones.
El libro de los jueces comprende el periodo que va desde la conquista de Josué a Canaán y el reinado del rey Saúl y comprende más o menos unos 350 años, es el por tanto el periodo en el que Israel no tenía rey, pero era gobernada por medio de jueces, personas que dios levantaba para liberar al pueblo de la opresión y devolverlos del pecado al arrepentimiento.
Dios había sacado al pueblo de Israel con mano poderosa de Egipto y les había prometido darles la tierra de Canaán por heredad, el pueblo emprendió el viaje bajo el liderazgo de Moisés, pero todos sabemos que él no pudo entrar a conquistar esta tierra, por lo que dios designó a Josué, un hombre fiel a Dios que había caminado junto a Moisés y que ahora estaba preparado para entrar a poseer la tierra.
El libro de Josué es hermoso, es dios cumpliendo su promesa de darle la tierra su pueblo por medio de victorias y batallas. Esto no era Dios promoviendo a los judíos como una raza superior, porque hubo personas de los cananitas como Rahab que creyeron y fueron liberadas. Tampoco era la conquista para mostrar el poderío de una nación porque ellos no tomaban del botín ni de los despojos. Dios estaba por medio de Israel juzgando a las naciones de Canaán a las que le había dado tiempo para que se arrepintieran de su idolatría, pero no quisieron hacerlo, por lo que Dios los desaloja ejecutando su juicio.
La clave de las victorias de Josué estuvo en que él permaneció fiel al Señor, haciendo todo lo que Dios había mandado a Moisés. Eso requirió esfuerzo en guardar la palabra y requirió de mucha valentía. Dios había prometido pelear por ellos contra ejércitos numerosos, vencer y darles la tierra, ellos solo debían confiar y guardarse de no mezclarse con sus ídolos ni con su pueblo.
Josué sirvió a Dios hasta el último de sus días y permaneció fiel, pero no alcanzó a conquistar toda la tierra, así que el trabajo continuaba, pero no precisamente como lo esperaríamos y eso es lo que vemos en los primeros capítulos del libro de los jueces.
El libro tiene una estructura sencilla realmente:
Tiene dos introducciones: 1 – 3:6
Jueces ejemplares: 3:7–7:25
Jueces en decadencia 8:1–16:31
Epílogo: Dos historias 17:1–21:25