Estamos en una importante sección de la carta, algunos la llaman “la zona de turbulencia” especialmente por el debate que se ha suscitado al respecto de si los dones están o no vigentes en el día de hoy. Sin embargo, aunque Pablo dedica 3 capítulos a poner en orden el uso de los dones en el culto, el punto principal de esta sección no es avivar la discusión entre quienes creen que los dones deben practicarse tal cual como se practicaban en el Nuevo Testamento y quienes tienen una posición más conservadora. La razón de ser de esta exhortación es llevar a los creyentes en Corinto y también a nosotros a ver que Dios en su soberanía los había equipado con habilidades diversas y útiles con el propósito de edificarse unos a otros y no de dividirse a causa de una espiritualidad manifestada en algún tipo de dones especiales.
Como vemos, parece que el tema de la división en la iglesia de Corinto era una constante: por filosofías, por posiciones acerca de la comida, por asuntos de matrimonio, por temas de posición socioeconómica y ahora, por espiritualidad, los que pretendían ser muy espirituales por hablar en un lenguaje extraño y los que estaban desesperados por llegar a eso sin tener en cuenta las muchas otras cosas en las que podían servir.
Todo apunta a que el problema giraba precisamente al rededor del don de lenguas (gr. glossa) y Pablo pretende poner en perspectiva el asunto en los capítulos 12, 13 y 14 y dejar claro que: Los dones no son solo habilidades espectaculares sino que son diversos (12); que deben ser motivados por amor para servir a los demás (13) y que deben practicarse en orden y reverencia para que pueda haber edificación y no confusión (14).
Hoy veremos por tanto en este capítulo 12 el primer aspecto de la corrección de Pablo al respecto de los dones y que tiene que ver con su diversidad y como deben contribuir a la unidad y no a la división.
Veremos nuestro texto en los siguientes puntos:
1. La naturaleza divina de los dones espirituales (1-11)
2. La naturaleza diversa de los dones espirituales (12-26)
3. La naturaleza única de los dones espirituales (27-40)