“No se nace mujer, de llega a serlo” Esta es la tesis principal desarrollada por Simone de Beauvoir en su libro Segundo sexo publicado en 1949 y que es considerado la piedra fundacional del nuevo feminismo.
La idea detrás de estas llamativas palabras es que la condición de ser mujer [u hombre] no obedece a la genética o a las leyes biológicas sino a una construcción filosófica y que es en realidad el aspecto social lo que lleva a alguien a identificarse como de tal o cual género.
Esto, que pudiera sonar fuera de lógica si se tiene en cuenta qué hay características fisonómicas, emocionales y hasta de ADN que determinan que hombres y mujeres son en efecto distintos, ha sido la bandera de movimientos que se hacen cada vez más fuerte y que pretenden borrar la línea que separa a hombres y mujeres tal como Dios los creó.
Ahora bien, nada nuevo hay debajo del sol. No es extraño que este tipo de pensamientos surjan de tanto en tanto en la mente de los necios; lo triste es que con el tiempo se repite tanto que llega a aceptarse como una verdad solo porque la mayoría las acepta y es así como terminan estas filosofías cayendo en los asientos de nuestras iglesias y hasta en el lecho de nuestros matrimonios.
Hemos entrado a la última sección de esta carta de Pablo y que va desde este capítulo 11 hasta el final en el capítulo 16 y esta vez la temática gira al rededor de la adoración, el culto, la iglesia congregada como tal.
Cual es el rol de los hombres y las mujeres en el culto, que es de lo que hablaremos hoy.
Cómo participar honrosamente de la cena del Señor. Cómo usar los dones espirituales con sabiduría. Que creer acerca de la resurrección. Y cómo participar generosamente de la obra del Señor.
Por supuesto, en todo este recorrido Pablo irá corrigiendo la conducta de los de Corinto ya sabemos había sido permeada por la división, la carnalidad y la idolatría. Menudo desafío. Y el primer tema que se aborda es precisamente el que ya mencionamos. Acerca del rol de los hombres y las mujeres en el contexto de la adoración pública. Más específicamente, la perspectiva correcta de los roles de los hombres y las mujeres como una extensión de la naturaleza misma de Dios.
Así que veremos nuestro texto en los siguientes tres encabezados:
1. La naturaleza teológica de la autoridad y la sujeción (1-5)
2. Las razones para el ejercicio sabio de la autoridad y la sujeción (6-10)
3. Aclaraciones acerca del ejercicio de la autoridad y sujeción (11-16)