Estas son las notas del undécimo sermón de la serie de 1a Timoteo y que nos habla acerca de que el ministerio pastoral requiere de personas con capacidades relacionales y también fieles en la enseñanza de las Escrituras porque la iglesia está anclada en esos pilares. La predicación de la Palabra y la comunión bíblica.
A lo largo de la historia de la iglesia, se han hecho múltiples esfuerzos para definir qué es lo que hace que una reunión de personas creyentes se le pueda considerar una iglesia. En los días de la Reforma Protestante, se sugirió que los distintivos esenciales de una iglesia eran: la predicación fiel de la Palabra de Dios, la observancia de las ordenanzas y la práctica de la disciplina eclesiástica. Estos aspectos coinciden con las prácticas de la primera iglesia, la del libro de los Hechos.
Según Hechos 2, las primeras acciones de la iglesia naciente fueron: la predicación de la Palabra de Dios con énfasis en Cristo y la práctica de la comunión bíblica a través del partimiento del pan y el servicio mutuo. Predicar fielmente y tener comunión unos con otros son pilares fundamentales de una iglesia cristiana. Por ello, los aspirantes a liderar una iglesia deben mostrar aptitudes orientadas a estos dos distintivos: propiciar comunión y enseñar fielmente la Palabra de Dios.
En las semanas anteriores, hemos visto que el orden en la iglesia depende de un liderazgo competente y fiel, medido por el carácter de aquellos que la lideran. Pablo busca establecer ministros o líderes fieles para poner en orden la casa de Dios.
Hoy, exploraremos los requisitos del pastor relacionados con sus aptitudes, tanto relacionales como para predicar o enseñar la Palabra de Dios. El argumento central es: las iglesias deben estar caracterizadas por la predicación fiel de la Palabra de Dios y la comunión bíblica; por lo tanto, sus líderes deben tener aptitudes relacionales y de enseñanza.
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El Líder Debe Ser: Apto para la Comunión
La palabra «hospedador» (φιλόξενος, philoxenos) sugiere a alguien cercano a los extraños, accesible y dispuesto a recibir a otros sin prejuicios. Este término está asociado con contribuir a las necesidades de otros (Rom 12:13), recibir personas en momentos de dificultad (Heb 13:2) y compartir el hogar (1 Pd 4:9). En un mundo cada vez más egoísta, el llamado a ser hospedador es desafiante.
Ser hospedador es un llamado a todos los creyentes, especialmente a los aspirantes al ministerio pastoral. Los líderes de la iglesia deben ser modelos de comunión, accesibles y facilitadores de relaciones.
La Biblia ofrece ejemplos de hospitalidad en el liderazgo de la iglesia:
- Hechos 21:16: Los discípulos de Cesarea, incluyendo a Mnason, muestran hospitalidad a Pablo.
- Romanos 16:23: Gayo es mencionado por Pablo como su anfitrión y de toda la iglesia.
- 3 Juan 1:5-8: Juan elogia a Gayo por su fiel hospitalidad hacia los hermanos.
La historia de la iglesia está íntimamente relacionada con la práctica de la hospitalidad. Ser hospedador implica:
- Ser accesible y dispuesto a compartir.
- Recibir bien, incluso a desconocidos.
- Facilitar relaciones entre hermanos.
- Abrir su casa y su vida.
- Construir relaciones profundas.
Cuando los líderes se ocupan de ser hospedadores, la iglesia crece en una cultura de verdadera comunión. Las iglesias que practican la hospitalidad son un testimonio vivo del evangelio. Los líderes deben ser modelos de hospitalidad para el resto de la iglesia, reflejando así la esencia del evangelio al necesitado.
Alexander Strauch, en su libro La hospitalidad: un mandato ineludible, comenta: «La hospitalidad es esencial para alimentar el fuego del amor y fortalecer a la familia cristiana. A través de la hospitalidad, compartimos nuestras posesiones más preciadas y nuestra vida misma, proveyendo amistad, aceptación y amor en formas profundas.»
El Líder Debe Ser: Apto para Enseñar
La capacidad de enseñar es un don especial dado por Dios para edificar la iglesia. El pastor debe ser didáctico (διδακτικός, didaktikos), capaz de transmitir el mensaje de Dios fielmente y con claridad. Este atributo es crucial para el ministerio pastoral.
El pastor debe ser fiel a la palabra de Dios y comunicar de manera clara. La predicación es la principal área de acción del pastor, donde se imparte instrucción y se explica la Palabra de Dios. La predicación debe ser expositiva, tomando el mensaje original y aplicándolo a la audiencia actual a través del evangelio.
Ser apto para enseñar también implica la capacidad de corregir el error. Pablo le pide a Timoteo que corrija a la iglesia de Éfeso mediante la Palabra (1 Tim 5:17). Todos los pastores deben tener la habilidad de predicar y enseñar, aunque algunos pueden tener un don más visible.
Para ser apto para enseñar, el pastor debe ser un aprendiz constante, dispuesto a crecer en su habilidad para enseñar. No se trata de traer nuevas revelaciones, sino de iluminar la Palabra ya revelada.
La predicación expositiva es clave: el mensaje del sermón debe ser el mensaje del autor bíblico, aplicándolo a las situaciones actuales. Un pastor apto para enseñar debe conectar las verdades bíblicas con las emociones y vivir de manera coherente con el mensaje que predica.
Aristóteles en su retórica describió los elementos de la comunicación como Logos (argumentos y claridad), Pathos (emoción) y Ethos (coherencia), reflejando la sabiduría divina en la predicación.
En conclusión, las iglesias deben estar edificadas sobre la comunión y la predicación fiel de la Palabra de Dios. Los pastores deben exhibir estas cualidades como un don del Señor, siendo un verdadero regalo de Dios para la iglesia. Oremos para que en nuestra iglesia local veamos esto realizado. Que el Señor nos ayude.