La vida de los espirituales (Parte 2)

Corrie Ten Boom, fue una cristiana que usó su casa para salvar judíos en medio de la segunda guerra mundial. Esta mujer nació el 15 de abril de 1859 en Ámsterdam, Países Bajos, fue criada en un hogar cristiano donde la biblia era leída en la mañana y en la noche. Su familia servía permanentemente a sus vecinos, ofreciendo comida, dinero y refugio a los más necesitados.

En 1942, mientras la Gestapo (policía) perseguía a judíos, Corrie y su hermana Betsi fue visitada por un atemorizado vecino judío buscando refugio. De ahí en adelante, utilizó la relojería de su padre como fachada para recibir judíos y esconderlos en su casa.

Pero un informante holandés habló con los nazis sobre la labor de los ten Boom y éstos allanaron la casa el 28 de febrero de 1944. Corrie, su padre, su hermano, sus dos hermanas, y otros miembros de la familia fueron arrestados. Además, la policía detuvo a varios trabajadores de la resistencia que habían entrado involuntariamente en la casa durante la redada, así como a muchos familiares que habían asistido a una reunión de oración en la sala de estar. En total arrestaron a unas 30 personas en la casa de la familia de los ten Boom ese día.

El 8 de septiembre de 1944, las dos hermanas fueron transferidas a un campo de concentración en Alemania. En el viaje, las hermanas lograron esconder una Biblia en una bolsita colgada al cuello de Corrie.

En el campo, las dos hermanas tuvieron que soportar vergonzosas inspecciones, golpes y azotes, piojos y moscas, enfermedades e insalubridad, hambre y trabajos forzados en medio de temperaturas heladas. Fue ahí donde Corrie y Betsie sintieron un llamado a no permanecer pasivas y empezaron a ministrar el evangelio.

En su autobiografía, Corrie mencionó repetidamente las motivaciones cristianas para esconder a los judíos, particularmente la fuerte creencia de su familia en un principio básico de la fe: la igualdad de todos los seres humanos ante Dios.

Corrie Ten Boom fue una mujer común, pero con una formación firme y a la vez sensible. Su testimonio de fe, misericordia y entrega nos reta a dejar de centrarnos en nuestros propios deseos y aspiraciones, y correr hacia el llamado del evangelio. (Información tomada del portal cristiano Bite Project).

En el sermón anterior, se argumentó la primera de las dos tesis plasmadas en estos 10 primeros versículos del capítulo 6 de Gálatas. Los espirituales se apoyan unos a otros, no se atacan. Aquellos que han sido redimidos por la sangre de Cristo, son personas que viven de acuerdo al Espíritu Santo que los dirige, evidenciado a través del compañerismo y el apoyo los unos de los otros con mansedumbre, además se llevan la carga mutuamente como lo hizo el Cristo mismo y entendiendo que en el camino de la fe no se compite con los otros, sino que corremos esta carrera de la fe con el propósito de alcanzar la meta eterna preparada por nuestro salvador.

En este segundo sermón del tema La vida de los espirituales, demostraremos que esos espirituales se ocupan de las necesidades los unos de los otros, no son egoístas.

En esta mañana estudiaremos este pasaje a través de los siguientes puntos:

  • Los espirituales participan en el sustento de los que le instruyen (6)
  • Los espirituales siembran en el Espíritu y cosechan frutos (7-9)
  • Los espirituales hacen el bien con todos, aún más con su familia de la fe (10)

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