“Y en todo esto, se sorprenden de que ustedes no corren con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y los insultan.” 1 Pedro 4: 4
Este pasaje describe la realidad del pueblo de Dios en este mundo. Somos extranjeros, vivimos en un lugar al que no pertenecemos en definitiva y donde lo que hacemos va en contra de lo que este mundo persigue; pero es justamente esa la voluntad de Dios para Su pueblo, que se aparte de iniquidad todo el que invoca el nombre del Señor y eso debe reflejarse en nuestra adoración, nuestro culto, las cosas que celebramos, en nuestra esperanza y las cosas que somos llamados a obedecer.
Hemos llegado al final de una gran sección jurídica que nos ha representado algunos desafíos y que termina con este epílogo que hoy abordaremos; unas ordenanzas de tipo ceremonial y en un tono de advertencia necesario para todo lo que el pueblo tendrá que enfrentar en el futuro inmediato.
Hasta ahora, todas las leyes y mandatos son para regular la adoración y la convivencia de un pueblo nómada, sin rey y sin un territorio, pero estas últimas recomendaciones están orientadas al futuro de la nación, especialmente cuando sean introducidos en la tierra prometida y hay al menos dos cosas que el Señor les recomienda: En primer lugar, que no dejen de celebrar ciertas fiestas y que lo hagan según su instrucción y, en segundo lugar, que confíen en el Señor y le obedezcan en todo.
En ese sentido, el argumento que desarrollaremos es el siguiente:
Dios demanda que Su pueblo lo reconozca y le obedezcan como el único Dios verdadero.
Y vamos a desarrollarlo a la luz de los siguientes puntos:
- Un llamado a reconocer y celebrar al único Dios (14-19)
- Un llamado a obedecer y confiar en el único Dios (20-33)
Pero antes de entrar al desarrollo, permítame agregar una nota importante.
A simple vista, parece no ser muy clara la relación entre las fiestas que el Señor ordena y el hecho de que el Señor le dé promesas al pueblo y advertencias de lo que va a suceder en la tierra prometida; sin embargo, el punto de unión creo que está en el hecho de que el Señor da instrucciones específicas de cómo debían celebrarse las fiestas y ofrecerse los sacrificios, toda vez que estas fiestas agrícolas también eran celebradas por naciones paganas, así que, es fácil concluir que estas instrucciones son sobre cómo celebrar las fiestas al entrar a la tierra prometida y como no debían seguir el patrón pagano, sino la instrucción bíblica.
Habiendo visto entonces esta nota para justificar la relación entre ambos puntos; veamos ahora si el desarrollo del argumento: