Requisitos de un pastor: autocontrol (1 Timoteo 3:4-7)

Estas son las notas del décimotercer sermón de la serie de 1a Timoteo y que nos habla acerca de la reputación que debe tener aquel que anhela el oficio de pastor; los primeros en validar si una persona que aspira o no al ministerio tiene los requisitos es la iglesia que convive con él; pero, por otro lado, importa también el testimonio de su familia y el testimonio incluso de los que no son creyentes acerca de la persona.

En nuestra generación, la autopercepción y el relativismo moral han ganado terreno. Frases como «eres lo que sientas ser» y «vive como quieras, la opinión de otros no importa» se escuchan con frecuencia. Aunque parecen tributos a la libertad individual, revelan una necesidad profunda de aprobación. Incluso aquellos que dicen no importarles la opinión ajena, lo publican en redes sociales.

En la fe cristiana, y especialmente en el ministerio pastoral, sí importa lo que otros piensen. No porque nuestra aprobación dependa de ello, sino porque valoramos la vida en comunidad y el amor mutuo. Nadie puede simplemente auto-proclamarse pastor. La validación externa es esencial. Aquellos que desean el pastorado deben cumplir con ciertos requisitos y ser validados externamente. Esto se llama tener una buena reputación.

La reputación de un pastor debe ser validada por la iglesia, su familia y hasta por quienes no son creyentes. Este requisito se centra en tres aspectos: la buena reputación familiar, personal y externa. A continuación, profundizaremos en estos puntos.

Buena reputación de su familia

«Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad; (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?)». Aquí reside la principal esfera de reputación de un pastor: su familia.

Un pastor debe ser primero un líder en su hogar. Aunque alguien puede desempeñar bien su papel en la iglesia, es difícil fingir ante la familia. El texto es claro: si alguien no gobierna bien su casa, no puede gobernar la iglesia del Señor.

Algunas inferencias del pasaje son:

  • Prioridad Familiar: La familia debe ser más importante para un pastor que el ministerio, y no debe descuidarse en ninguna forma.
  • Matrimonio en Orden: Un pastor debe ser un esposo piadoso, ejercer autoridad con amor y no ser conocido por ser duro con su cónyuge.
  • Buena Administración: Un pastor debe proveer adecuadamente para su familia. Si su esposa e hijos parecen descuidados mientras él está pulcro y bien vestido, esto indica una mala administración.
  • Paternidad Fiel: Un pastor debe demostrar ser un padre que guía a sus hijos en la fe, corrigiéndolos en amor sin tiranía.
  • Disciplina Justa: Corregir en amor no significa ser permisivo con el pecado de los hijos, como lo fue Elí (2 Samuel 2:12-36).
  • Ejemplo de Vida: Si los hijos de un pastor eligen un camino distinto, debe ser evidente que van contra la enseñanza de sus padres, no por un mal testimonio.
  • Analogía Iglesia-Familia: La iglesia es vista como una familia, y su administración refleja la manera en que se administra la familia: con ejemplo, cuidado y amor, no con tiranía ni negligencia.

Estos principios no solo aplican a los pastores, sino a todos los hombres llamados a liderar sus familias con fidelidad y amor.

Buena reputación personal

Además de la reputación familiar, un pastor debe cumplir una condición individual esencial: no ser un neófito, es decir, no ser un recién convertido. Esto parece obvio, ya que las personas que aspiran al ministerio deben mostrar madurez en la fe.

El tiempo es un factor crucial para demostrar madurez. Una persona recién convertida puede mostrar mucho entusiasmo, pero es necesario observar su desarrollo en la fe a lo largo del tiempo. Incluso el Apóstol Pablo pasó años en preparación antes de ser enviado al ministerio (Gálatas 1:17-18; Hechos 11:25-30; Hechos 13).

No se debe apresurar el proceso. Aunque algunos pueden mostrar frutos tempranos, las excepciones no deben convertirse en la regla. La madurez en un candidato protege tanto al candidato como a la iglesia del orgullo y del lazo del diablo. Lord Acton dijo: «El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente». Por lo tanto, es esencial esperar a que alguien muestre fidelidad a lo largo del tiempo.

Buena reputación de los de afuera

Por último, un pastor debe tener una buena reputación entre los no creyentes. Esto no significa que los no creyentes alaben su vida piadosa, pero cualquier acusación contra él debe carecer de fundamento en la verdad. La reputación externa protege al pastor de caer en descrédito y en el lazo del diablo.

El testimonio de los de afuera es relevante porque la iglesia no vive en una burbuja aislada. La manera en que un pastor se conduce fuera de la iglesia envía un mensaje al mundo. Si varias personas de distintos contextos tienen reparos sobre el carácter de un candidato, esto debe llamar la atención.

Conclusión

Los requisitos para un pastor en 1 Timoteo 3 no son una lista exhaustiva, pero sí una guía completa que abarca todos los aspectos de la vida de un pastor. Aunque no garantizan el éxito en elegir siempre al pastor correcto, sí reducen el riesgo de equivocaciones.

El pastorado no es un mero sentimiento o algo asignado a dedo. Es un proceso riguroso que busca glorificar al Señor mediante pastores que puedan cuidar fielmente del rebaño. Esta lista no debe ser usada con suspicacia, sino con gracia y discernimiento, reconociendo que nadie es perfecto en todos los rubros. La pluralidad pastoral es esencial, ya que ningún pastor es perfecto en todo, y el liderazgo en la iglesia debe complementarse en una pluralidad de dones y habilidades.

Este proceso nos invita a orar por más hombres que puedan cuidar con fidelidad el rebaño del Señor. Al Señor sea toda la gloria.

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