El Espíritu como testigo del evangelio

El 8 de abril de 1983, el ilusionista estadounidense David Seth Kotkin, mejor conocido como David Copperfield, lanzó una serie de actos especiales de magia, el quinto de ellos consistía en hacer desaparecer la Estatua de la Libertad frente a la vista de un público real sentado frente al monumento y millones de espectadores por televisión alrededor del mundo.

Todos sabían que se trataba de un truco, pero nadie podía probar cómo lo había hecho. De eso se trata la magia realmente, de distorsionar la realidad mientras mantiene a los expectores ocupados preguntándose cómo lo hizo. Varios años después se logró revelar lo que había detrás de la ilusión. Él público había estado sobre una plataforma gigante que giraba muy lentamente y con dos grandes columnas iluminadas que sostenían una gran cortina, luego cuando la cortina fue quitada de en frente de ellos habían girado lo suficiente para perder de vista la estatua y quedar de frente con una réplica de las luces que la rodeaban. Luego, al levantar la gran cortina de nuevo, la plataforma vuelve a girar para ponerlos de vuelta frente a la estatua.

La sensación que se produce luego de poder ver la realidad de nuevo es lo que se conoce como “desencanto”. Aquello que parecía tan impresionante, ahora se ve como algo sin sentido y absurdo.

Tal vez ustedes se estén preguntando que tiene que ver esto con una carta que habla de justificación por fe, la ley, la circuncisión, etc.; y la verdad es que nos ayuda a entender cuál va a ser el rol de Pablo de ahora en adelante en esta importante carta a los gálatas: sacarlos del encanto, de la “hechicería” bajo la que estaban por parte de los falsos maestros judaizantes que los estaba llevando a perder de vista, ni más ni menos que el glorioso evangelio de Jesucristo, el significado mismo de la cruz.

A partir de ahora y hasta el final del capítulo 4, el apóstol pablo va a hacer las veces de “el mago enmascarado”, el que se va a encargar de presentar una serie de argumentos con el fin de revelar lo que hay detrás del espectáculo judaizante que ahora los estaba descrestando, esa nueva idea de que además de Cristo ellos debían circuncidarse y convertirse culturalmente en judíos siendo gentiles, de modo que puedan ver la realidad, que ellos eran creyentes por el Espíritu, por haber creído en Cristo y no por ninguna cosa más.

Los argumentos a los que Pablo apela tienen que ver con la evidencia del Espíritu en su propia conversión. El testimonio del Antiguo Testamento el cual muestra por medio del ejemplo de Abraham que siempre la fe ha sido la única forma de pertenecer al pueblo de Dios y no alguna costumbre cultural. El testimonio de la promesa misma y del pacto establecido por Dios. La forma en que Dios lo anunció por medio de las simientes de Agar y Sara. En fin. La meta del Apóstol es probar con argumentos, que el evangelio que el predica no solo es auténtico, como vimos que ya lo probó, sino que es inmutable, que siempre ha sido el mismo, que está ligado al Espíritu Santo y que no tiene nada que ver con las obras terrenales de la ley.

Nosotros nos vamos a ocupar hoy solo del primero de estos argumentos. La manera en que Pablo apela a la experiencia de salvación de los hermanos de Galacia y cómo ellos habían recibido el Espíritu Santo como el testimonio de que eran parte del pueblo de Dios y todo eso antes, mucho antes que escucharan de todo lo que ahora escuchaban por parte de los falsos maestros judaizantes.

Ahora bien. El método de argumentación de Pablo cambia un poco con respecto a lo que venía haciendo en los capítulos anteriores para probar la autenticidad de su ministerio y de su evangelio, ahora el recurre a un estilo más directo, agudo, concreto. En este caso por medio de preguntas retóricas, que no son más que preguntas que tienen una respuesta implícita que es obvia, pero que funciona como un muy buen método de argumentación.

Así que veremos nuestro texto a la luz de los dos tipos de pregunta que el apóstol Pablo plantea:

  1. Una pregunta general sobre la gravedad del problema (1)
  2. Unas preguntas específicas sobre la obra del Espíritu entre ellos (2-5)
    • ¿Obró el Espíritu en su salvación por la fe o por las obras de la ley?
    • ¿Obra el Espíritu en su santificación por la fe o por las obras de la ley?
    • ¿Obra el Espíritu milagros entre ustedes por la fe o por las obras de la ley?

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