Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Este fragmento corresponde a la segunda oración de la declaración de independencia de los estados Unidos, firmada el 4 de Julio de 1776. Esta frase ha sido calificada como una de las frases más conocidas en el idioma inglés y llegó a convertirse en el faro del desarrollo político, económico y social de una de las naciones más poderosas del mundo. De hecho, se dice que Abraham Lincoln la asumió como principio rector para toda lo que impulsó su causa. Fue citada también por Martin Luther King en el conocido discurso “Tengo un sueño”. Así que no cabe duda que estamos frente a una confesión que ha acompañado por siglos el recorrido de una nación.
Quiero que pensemos en todo lo que los hombres pueden llegar a hacer movidos por el impulso que produce el deseo por la justicia y la libertad, pero nada de esto es comparable con la vida de aquellos que se comprometen a ser fieles a Dios y a Su Palabra. Lo que digo es; si una nación como Estados Unidos forjó gran parte de su historia anclados a lo que ellos consideraron un compromiso inquebrantable, imagina lo transformador que pudiera ser vivir a la luz de verdades mucho más significativas como las que encontramos en la Sagrada Palabra de Dios.
De eso hablaremos en la mañana de hoy. De que como el pueblo de Israel, que ahora había escuchado la Palabra de Dios y siendo impactados por ella, ahora estaban asumiendo un compromiso público de guardar Su Palabra y no quebrantar los mandamientos de la Ley.
Vimos en el capítulo anterior que este compromiso era parte de esa espiritualidad de Israel que estaba siendo restaurada, pero hoy nos vamos a concentrar en ver en qué consistía específicamente dicho compromiso, quienes y a que se estaba comprometiendo.
Y vamos a abordar este capítulo como si fuera el restablecimiento de la santidad de el Pueblo de Dios por medio de un compromiso público debidamente redactado y firmado. Vamos a usar la figura de una constitución “política” para una nación, solo que esta es espiritual. Así que veremos:
- Los firmantes de la declaración (1-28)
- El contenido de la declaración (29-39)
a. Clausula general de la declaración (29)
b. Capítulo 1: sobre el pacto y la pureza (30-34)
c. Capítulo 2: sobre el templo y la adoración (35-39)