Canto de júbilo

 “¿Sufre alguien entre ustedes? Que haga oración. ¿Está alguien alegre? Que cante alabanzas.” Santiago 5:13

La música ha sido usada a lo largo de la historia de la humanidad como una forma de expresar emociones. Cantamos cuanto estamos tristes o cuando estamos alegres, cantamos cuando estamos angustiados o cuando tenemos esperanza; incluso en culturas diferentes una de otra, la música es un elemento común como vehículo para exteriorizar la condición emocional interna del corazón. 

Incluso en la Biblia, una de las cosas que encontramos en abundancia son cánticos. Los Salmos, por ejemplo, son una amplia colección de canciones para todos los momentos que el pueblo de Dios atravesará y vemos también como a menudo son usados para recordar verdades y transmitirlas de una generación a otra. 

El texto que hoy veremos es precisamente un cántico, un himno precioso, cuidadosamente construido y que expresa el júbilo del pueblo de Dios por la victoria dada en el mar Rojo y la confianza que eso estaba trayendo a ellos para continuar en el camino hacia la tierra prometida. 

Aunque pareciera una interrupción en la narrativa, este cántico es crucial para hacernos ver lo que el pueblo de entonces creía de Dios y por su puesto es un llamado a nosotros a alabarlo porque tenemos incluso mejores razones que ellos entonces. 

Este canto hace evidente que Dios es digno de ser alabado por lo que Él es, por lo que ha hecho al vencer a sus enemigos y por su fidelidad, al asegurar un futuro para Su pueblo, y ese es justamente el punto de nuestro sermón en la mañana de hoy. 

Contexto literario:

Esta composición que encontramos en el capítulo 15 está escrita en forma de poesía hebrea, la cual, a diferencia de la poesía nuestra, que es más caracterizada por la métrica y la rima, en el caso de los hebreos es más caracterizada por el uso de paralelos, constantes y figuras que comunican una misma idea de manera repetitiva.  No siempre es fácil ver una estructura en este tipo de poesía; sin embargo, este canto en particular nos deja ver algunas divisiones que nos facilitan su estudio. La clave está en leerlo e interpretarlo como lo que es, una canción, que inicia en el verso 1 con la frase: “cantaré yo al señor porque sea magnificado grandemente, ha hecho echado en el mar al caballo y el jinete” y cierra en el versículo 21 con las mismas palabras solo que dirigidas ahora a la congregación.  

Entre esas dos declaraciones hay una estructura es más o menos como sigue:

  1. Estrofa 1: Dios es digno de ser alabado por lo que es (1-2)
  2. Estrofa 2: Dios es digno de ser alabado por lo que ha hecho al vencer a sus enemigos (3-12)
  3. Estrofa 3: Dios es digno de ser alabado por lo que hará al cumplir sus promesas (13-19)
  4. Una invitación a cantar al Dios que es digno de ser alabado (20-21)

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