Firmeza en observar la Cena del Señor

En el año 2016 un pescador de Filipinas apareció en un museo con una piedra de 34 kg de peso, se trataba de una perla, una gema que había encontrado en una de sus jornadas pero que al desconocer su valor la guardó debajo de su cama como un amuleto para la buena suerte por diez años, hasta que su casa se incendió y se dio cuenta que no funcionaba, así que se fue a entregarla a alguien que pudiera darle mejor uso.

De acuerdo con un artículo de la BBC, la perla está avaluada en más de 100 millones de dólares y es conocida como “la mayor perla natural jamás encontrada”, pero el pescador, del cual se desconoce su identidad, no tuvo ningún interés en averiguarlo por la ignorancia que tenía del tema.

El punto de esta inverosímil historia, es que la ignorancia del valor de algo puede llevarnos a trivializarlo y darle un uso incorrecto, de modo que no solo terminamos desaprovechando lo que puede ser útil sino que menospreciamos su dignidad.

Este es precisamente el segundo problema de adoración que Pablo quiere corregir en la iglesia de Corinto. Luego de hablar acerca el problema de autoridad que se había presentado dentro de la iglesia y como no se estaba preservando el orden de Dios, ahora el Apóstol pone su dedo sobre un tema no menos delicado: La cena del Señor.
La iglesia de Corinto había trivializado el significado de la Cena y por su ignorancia y necedad la habían convertido en un banquete en el que participaban con glotonería, borrachera pero sobretodo con menosprecio por los más necesitados quienes también eran parte de la congregación. Esto estaba afrentando el Evangelio y también atrayendo el juicio de Dios contra ellos. Así que Pablo quiere corregir esta conducta entre ellos.

Así que veremos nuestro texto a la luz de los siguientes encabezados:
1. El problema: Un mal entendimiento del significado del cuerpo y la sangre de Cristo (17-22)
2. El recordatorio: El verdadero significado del cuerpo y la sangre de Cristo (23-26)
3. La advertencia: Un llamado a no participar indignamente del cuerpo y la sangre de Cristo (27-34)

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